Pelo despeinado, piel marmólea, ojos profundos.
Todo hace parte de algo que no existe. Una figura divina, taciturna e invernal. Aliento helado, dedos huesudos apretando mi garganta hasta la muerte. Pero todo es bello y doloroso; la fantasía de un masoquista. Mi fantasía.
Inexistente como el cielo púrpura y la nada bajo mis pies, la gravedad cero y el corazón detenido por un instante eterno. La sombra de una sonrisa atravesando un rostro y la uñas plateadas arrancando la piel y la carne; la sangre resbalando y el punzante dolor inexistente.
La paz y la agitación entremezcladas, la vida y la muerte disputandose por un cuerpo vacío y un alma putrefacta.
Y después de todo la nada, la soledad absoluta y la ceguedad inevitable.
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