viernes, 8 de mayo de 2009

Un día lluvioso después de una tragedia


Las gotas frías golpeando como agujas enterrándose en la piel, en la carne y en el alma. La impedida lengua congelada y los ojos cegados de oscuridad resbalandose por la cara pálida y las manos huesudas temblando sostienen un cigarrillo apunto de extinguirse.

La ansiedad dibujada en la cara y el miedo asoma en las pupilas opacas.
Piensa en todo. Se pregunta por qué tuvo que pasarle a ella; como cualquier desgraciado.

Y recorre el sendero que tanto conoce, esta vez sola, por que la otra persona no volverá nunca, y ella lo hace en su lugar. El calor del cigarrillo es un sustituto de la mano que antes sostenía y de los labios que estrechaban los suyos.

Sube el rostro y aún no para de llover; este será por siempre un momento melancólico, pero ella ha decidido seguir. Después de todo sigue viva.


2 comentarios:

  1. Ví que te habías hecho "seguidor" de mi blog "Fragilidad" y me metí a este, creo que tus creaciones son muy buenas, suerte en todo.

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  2. Que bien manejas tu prosa , cuidada y de excelente calidad , tiene mensaje y sentido , tono y ritmo sin perder su acento , me gusta mucho cada línea .¡ saludos !

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